miércoles, 20 de febrero de 2008

La renuncia de Castro

La renuncia de Castro.

La renuncia de Fidel Castro al gobierno de Cuba es un acontecimiento significativo desde varios puntos de vista. Me limitaré a comentar sólo tres: 1) La cuestión generacional de la Revolución Cubana; 2) la importancia geopolítica de la isla y 3) los valores de la revolución en el siglo XXI.
1. La revolución cubana se da en un contexto muy particular, tanto a nivel internacional como al interior de la isla. A nivel internacional, las luchas de liberación impulsadas por el discurso oficial soviético comienzan a extenderse; a nivel interno, el régimen de Batista crea una sociedad campesina descontenta con los privilegios de la burocracia. La revolución cubana triunfa a principios de 1959. Sus dirigentes y la mayoría de los participantes están entre los 25 y 35 años. Son una generación ideológicamente crecida en el seno del discurso de la lucha de clases y la ideología marxista-leninista. Es una generación que comparte junto a toda Latinoamérica, algunas partes de Asia y África, el sueño de una independencia real. Es una generación marcada por la guerra fría, combativa y coherente con los principios por los que lucharon. Sin embargo, para fines de los años ochentas del siglo XX, el denominado Bloque Socialista comienza a resquebrajarse, poniendo en tela de juicio la viabilidad social del esquema organizativo socialista-comunista. El mundo, ideológicamente hablando, cambia radicalmente. Las generaciones nacidas en la última década del siglo XX dejan de estar influidas por el discurso de las teorías de igualdad social. Cuba no es la excepción. Es posible (no tengo el dato concreto) que ocho de cada diez cubanos, nacidos hasta 1975-1980, comprendan lo que es la revolución cubana y la quieran. Pero también es casi seguro, que los jóvenes cubanos, aquellos que tienen entre 14 y 30 años, poco se identifiquen con los valores que representa la Revolución. Aquellos hombres que desde 1959 hasta los años setentas construyeron eso que conocemos como Revolución Cubana (más allá del movimiento armado) cuenta cuando menos con 60 años. La Revolución se acaba porque es una cuestión generacional. El mismo Castro se da cuenta de esto, y me permito citarlo en su mensaje de retiro: “Afortunadamente nuestro proceso cuenta todavía con cuadros de la vieja guardia, junto a otros que eran muy jóvenes cuando se inició la primera etapa de la Revolución. Algunos casi niños se incorporaron a los combatientes de las montañas y después, con su heroísmo y sus misiones internacionalistas, llenaron de gloria al país. Cuentan con la autoridad y la experiencia para garantizar el reemplazo. Dispone igualmente nuestro proceso de la generación intermedia que aprendió junto a nosotros los elementos del complejo y casi inaccesible arte de organizar y dirigir una revolución.”. Estas generaciones de la “vieja guardia” e “intermedia” están por acabarse. El discurso con el cual construyeron sus vidas es ahora anacrónica ara las nuevas generaciones, a quienes les tocará resolver el problema de insertarse en el mundo global y conservar los altos valores sociales (educación, salud, alimentación, etc.) de la Revolución.
2. Con todo y el discurso posmoderno, es innegable que el Estado Nación sigue teniendo una importancia incuestionable. A partir de él se sigue organizando la vida social, económica y política. El territorio espacial, geográfico, característica del Estado Nación, sigue delimitándonos. La guerra de Irak y la invasión a Afganistán en los primeros años de este siglo, son una muestra de que el posicionamiento de un país en otro mediante la invasión armada sigue siendo una constante en las relaciones internacionales. La situación insular de Cuba ha sido elemento de codicia desde tiempos coloniales. No es casualidad que haya sido la última posesión española, y que la independencia se haya llevado a cabo en gran medida por la intervención norteamericana. Igual podemos decir de la base militar de Guantánamo. La renuncia de Castro, pero sobre todo esa “extinción” generacional de revolucionarios, dejan vulnerable a la isla para un embiste norteamericano, previsible en tanto que la potencia del norte ha visto minadas sus relaciones con algunos países del sur del continente. No podemos descartar una invasión militar norteamericana. Así como durante la guerra fría, los Estados Unidos sentían que perdían terreno mediante la teoría del dominó, actualmente se vive en el continente una situación parecida: si bien ya no se habla del peligro comunista, si es discurso diario el del terrorismo. Cada vez más los países latinoamericanos, excepto México, quieren tener una relación de igual a igual con el coloso del norte. Las amenazas de invasión a Cuba o Colombia están presentes.

3. “Yo me muero como viví”, dice el compositor cubano Silvio Rodríguez, haciendo referencia a la coherencia entre la vida y la práctica ideológica. La Revolución Cubana, con sus mitos y sus verdades, parió diferentes valores de carácter social, que aún hoy en día, son referentes en todo el mundo: la cuestión de cómo un pequeño grupo de jóvenes revolucionarios pudo llevar a cabo una revolución radical; la educación popular y la seguridad social (principalmente salud) para el 100% de la población; la ayuda mutua entre los pueblos oprimidos; el avance en la ciencia para beneficio de la población, etcétera. Estos valores, emanados de las teorías socialistas del siglo XIX, pareciera que son ahora impracticables. Pero la enseñanza de la Revolución cubana es palpable, a pesar de los argumentos políticos que se usan para desprestigiar el régimen de Castro. Como mencionaba arriba, toca a las nuevas generaciones de Cuba, esas deseosas del cambio democrático y la apretura económica, saber empatar estos dos elementos: la inserción y creación del mundo que ellos quieres y la continuidad de los logros de la Revolución.


Héctor García Montiel
hegarmon@yahoo.com
19 de febrero de 2008

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