jueves, 7 de octubre de 2010

Inseguridad: ¿mejor nos vamos acostumbrando?

Inseguridad: ¿mejor nos vamos acostumbrando?

La inseguridad que vive el país cada vez se hace más cotidiana. La balacera en zonas comerciales de las grandes ciudades muestra que los delincuentes no tienen el menor temor por las amenazas de los gobierno federal y estatales; por el contrario, pareciera que sicarios y secuestradores se sienten a sus anchas para actuar sin el temor de ser capturados. El reciente secuestro del diputado electo Manuel Benítez (PAN) por el distrito 19 de Oaxaca, los levantamientos y asesinatos de autoridades locales y ciudadanos comunes y corrientes, los “ajustes de cuentas” que existen ente los diversos grupos (que se dan en cualquier parte del país), muestran hasta que punto sigue siendo fallida la actuación del presidente Felipe Calderón. Esto es ampliamente reconocido en diferentes medios… excepto en el gobierno federal. Los ciudadanos nos estamos acostumbrando a la sombra de la inseguridad: día a día los periódicos locales y nacionales hablan de estos acontecimientos. En algunas ciudades, donde se acentúa la actuación de estos grupos (sicarios y secuestradores) la cosa es más tensa. En las ciudades fronterizas hay quienes no descartan la posibilidad de irse a vivir a los Estados Unidos. Hay quien piensa que la intervención de las fuerzas policiales norteamericanas no vendría mal para reforzar la seguridad en la frontera. “Si la policía gringa me asegura mi seguridad, al diablo la soberanía”. Así pueden pensar varios de los que viven la cotidianidad de los hechos violentos en la frontera norte del país. Los poderes federales legislativo y judicial, que dizque muy independientes, no son capaces de detener al ejecutivo en esta guerra que ha costado la vida de miles de civiles. Los ciudadanos, maniatados practica y mentalmente, nos convertimos en meros espectadores, actores pasivos de una película de terror, donde a la vuelta de la esquina, en algún fuego cruzado, tu vida puede detenerse. La militarización del país es cada vez mayor. En la ciudad de México es ya común ver comboyes del ejército patrullando algunas zonas… si esto fuera garantía de una mayor seguridad, no habría inconveniente, pero muchos sabemos que el ejército no sirve, o es su función, para hacer labores policíacas. El crimen organizado está desplazando sus fronteras desde hace varios años. Culiacán, Tijuana, Matamoros, dejaron de ser las zonas de concentración y paseo de los grupos armados ligados al narcotráfico. La geografía del miedo está cada vez más extendida. ¿Cuáles son las salidas que los ciudadanos podemos encontrar? Nos corresponde buscarlas. Pasar de simples espectadores a sujetos activos. Debe fomentarse una presión ciudadana hacía la actuación del gobierno federal en su guerra contra el narcotráfico. Porque eso es: su guerra. La sociedad no la pidió, ni siquiera veía problema en las actividades provenientes del narcotráfico; convivía con ellas, dejando hacer, dejando pasar. En pocos años la inseguridad se disparó, arrojando datos espectaculares: familias balaceadas, decenas de migrantes asesinados, estudiantes confundidos con delincuentes y un largo etcétera que ya todos conocemos. ¿Cuáles son los escenarios posibles? Seguro habrá varios: un aletargamiento social que nos lleve a acostumbrarnos a las situaciones de extrema violencia; una respuesta de la sociedad que lleve a armar a cada ciudadano, garantizando que una pistola en tus manos es mejor que un cuerpo de policía cubriéndote la espalda; una captación de la sociedad por los grupos de sicarios y narcotraficantes, es decir, una especie de colonias protegidas por el narco, como sucedía en la Colombia de Pablo Escobar; o mejor aún, una exigencia de la ciudadanía al ejecutivo federal de cambiar su estrategia… el cuál es el escenario más idealista, porque tal exigencia requeriría una ciudadanía educada no sólo en términos de democracia participativa, sino también conciente de que el problema del narcotráfico no es sólo un problema delictivo, como lo ha visto y expuesto el gobierno federal.

Héctor García Montiel
07/10/2010
hegarmon@yahoo.com

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