jueves, 25 de octubre de 2007

La identidad nacional a partir de los símbolos patrios o una nueva educación cívica para el México del siglo XXI.

No recuerdo bien a bien si en el kinder también, pero los seis años de primaria y los tres de secundaria, los lunes (y antiguamente los viernes también) se realiza una ceremonia cívica de “honores de la bandera”, en la cual se entona el himno nacional y la salutación a la bandera. Este ritual es casi universal en las escuelas públicas y privadas del país. Sin embargo, ¿qué tanta identidad nacional siguen dando estas ceremonias en los jóvenes del siglo XXI? ¿Es necesario seguir con estos rituales cívicos o introducir otros nuevos más acordes con estos tiempos posmodernos? Si bien los símbolos patrios, como el Himno Nacional o la Bandera, son elementos identitarios de lo nacional, se deben crear nuevos actos cívicos que les den a los practicantes de estos actos una conciencia nacional no únicamente etérea sino visiblemente concreta. La propuesta es la siguiente: que los días de ceremonia oficial los planteles escolares adopten otro tipo de ritos cívicos que comiencen a crear una conciencia nacional desde lo ecológico, es decir, que en lugar de hacer los honores a la bandera, los estudiantes se salgan a las calles de su escuela a recoger la basura que se encuentra tirada en el suelo. Lo anterior podría parecer un tanto ingenuo pero no es ni inviable ni impracticable. Lo propuesto es sólo un ejemplo de nuevos ejercicios de carácter cívico que permitan re-crear una identidad nacional que se involucre con nuestro actual momento histórico. No se trata de dejar el rito cívico de honor a los símbolos patrios, se trata de formar una nueva cultura cívica que permita a los jóvenes retomar una conciencia sobre el papel que en nuestro país debemos empezar a jugar en los próximos tiempos. Ahora sólo proponemos este ejemplo, pero baste para decir que delante de los “Mexicanos al grito de guerra” nos encontramos los mexicanos de este siglo XXI, redefiniendo nuestra identidad sin querer perder nuestra construcción histórica.

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