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El debate acerca de las drogas. I.

Hablar de las drogas resulta sumamente complejo, pues hay varias visiones y diferentes perspectivas, y centrarse en la particularidad de un problema sin atender a los demás es parcializar el asunto.
El estudio de las drogas, su consumo y sus efectos, es centro de atención de muchas disciplinas, desde la química y la medicina hasta la antropología y la historia. Hablar pues, de las drogas, sin atender a los variados enfoques que estas disciplinas atienden es hablar sin mucho conocimiento de causa.
Desde el aspecto social, indisolublemente ligado a los otros (económico, político, cultural y tecnológico) y en estrecha relación con los medios de comunicación, se observan dos macrorealidades cuya intersección se da de manera difusa: por un lado el narcotráfico, hablando principalmente de su etapa productiva (dejando de lado, por ahora, la comercialización y distribución); por el otro el consumo, integrado por aquellos individuos que cotidianamente (adictos) consumen drogas. Al hablar de “drogas” ya nos enfrentamos a un problema cuya resolución es indispensable. ¿Debe hablarse de “drogas”, pluralizando el concepto y generalizando substancias muy diferentes entre si?
¿Son todas las “drogas” iguales? ¿Existen diferentes grupos sociales en cuánto al consumo de drogas se refiere? Es decir, ¿la sociabilidad es semejante o no entre los diferentes grupos de consumidores? Para empezar a hablar de narcotráfico y consumo es necesario atender antes los cuestionamientos arriba mencionados.
Una pegunta inicial sería: ¿se pueden tipificar las drogas a partir de su uso cotidiano y de su consecuente sociabilidad? ¿Existen los “marihuanos” por un lado, los cocainómanos por otro, los de la heroína más allá, etcétera? Debo aclarar que me refiero únicamente a las drogas prohibidas; las aceptadas legal y socialmente las trataremos más adelante.
Una premisa básica de los grupos tipo Alcohólicos Anónimos es la que dice que el consumo de drogas se da de manera gradual: primero el tabaco, luego el alcohol (drogas permitidas), luego la marihuana, posteriormente la coca y así hasta llegar a las drogas más “duras”, según ellos. La realidad, o por lo menos una buena parte de ella, no es así. Los consumidores habituales de cocaína es difícil que consuman igualmente de habitual la marihuana. A la inversa, lo mismo. ¿Que quiere esto decir? Que los diferentes cuerpos se adaptan más o menos, o no, a determinado tipo de drogas. Igualmente la sociabilidad generada entre marihuanas y entre cocainómanos es diferente: los comportamientos de los grupos no coinciden o por lo menos si se distinguen claramente. Estas consideraciones (basadas en la observación y convivencia con estos grupos) implican que no podemos hablar de “drogas” generalizando las actitudes y necesidades de los drogadictos. Es necesario e indispensable, para atender el asunto de una manera más eficiente, hacer de cada grupo de consumidores una particularidad en sí, y al entenderlo como objeto en sí mismo, entonces si buscar sus relaciones con los asuntos que de él derive.
Ojala y la opinión pueda crecer y podamos entre todos construir algo que permita acercarnos a problemas, que si bien vemos lejanos, pueden estar al alcance de la mano debido a estos medios de comunicación.

Héctor García Montiel
hegarmon@yahoo.com

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