En 1910 Francisco I. Madero decide llamar a las armas a los sectores descontentos con el régimen de Porfirio Díaz, quien llevaba más de 30 años en el poder. La Revolución Mexicana, con mayúscula, es un suceso complejo y heterogéneo que se compone de varias revoluciones, encabezadas por caudillos con intereses distintos. La facción triunfadora de todos estos movimientos (zapatistas, villistas y constitucionalistas, de manera general) fue la constitucionalista, encabezada por el ex-gobernador porfirista Venustiano Carranza y por un fuerte grupo de caudillos sonorenses, entre los cuáles encontramos a Álvaro Obregón, Adolfo de la Huerta y Plutarco Elías Calles, los tres presidentes de la República.
Muchos fueron los motivos que a lo largo del periodo revolucionario (1910-1919) nutrieron este proceso. Los protagonistas tienen cada uno sus motivos para incorporarse el movimiento. Pero es sin duda la cuestión agraria la demanda social más importante. Las libertades políticas no importaban al común de la población, por lo que solamente la elite revolucionaria pregonó sobre ellas.
Desde el inicio del proceso revolucionario hasta nuestros días la Revolución Mexicana sigue siendo motivo de revisiones historiográficas, aportando nuevos conocimientos para el entendimiento de lo que fue en su complejidad ese momento histórico. A casi cien años después de iniciada la Revolución, muchos de los problemas que en su momento planteó no han sido resueltos, o se ha llevado a cabo una especie de “contrarrevolución” en los logros obtenida por aquella, por ejemplo, en la cuestión ejidal de la tenencia de la tierra. Este es sólo uno de los múltiples problemas que la era posrevolucionaria no logró resolver. Con miras de la celebración de este acontecimiento, más allá de torres del bicentenario y elementos decorativos, se deberían destinar recursos a la investigación, para que las diferentes disciplinas sociales puedan arrojar nuevos datos e interpretaciones que expliquen porqué a 100 años del levantamiento maderista todavía existe un régimen autoritario, disfrazado y adaptado; porqué la propiedad de la tierra de las comunidades indígenas y campesinas tradicionales se modificó en los años noventa dando un fuerte descalabro a la Constitución emanada del conflicto en cuestión; porqué la iglesia está metiendo sus manos en la educación y la política, cuando un conflicto de 4 años que costó la vida a miles de mexicanos dio por entendido que a Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.
Muchos son los problemas que siguen perdurando después de la Revolución Mexicana. Localizarlos, historiarlos y ofrecer alternativas de solución debería ser prioridad para recibir bien el centenario. Lo mismo decimos del bicentenario de la Independencia. Esperemos que doble festejo no se pierda de deificaciones a héroes míticos y a hacer de la historia de México un simple escenario decorativo.
Muchos fueron los motivos que a lo largo del periodo revolucionario (1910-1919) nutrieron este proceso. Los protagonistas tienen cada uno sus motivos para incorporarse el movimiento. Pero es sin duda la cuestión agraria la demanda social más importante. Las libertades políticas no importaban al común de la población, por lo que solamente la elite revolucionaria pregonó sobre ellas.
Desde el inicio del proceso revolucionario hasta nuestros días la Revolución Mexicana sigue siendo motivo de revisiones historiográficas, aportando nuevos conocimientos para el entendimiento de lo que fue en su complejidad ese momento histórico. A casi cien años después de iniciada la Revolución, muchos de los problemas que en su momento planteó no han sido resueltos, o se ha llevado a cabo una especie de “contrarrevolución” en los logros obtenida por aquella, por ejemplo, en la cuestión ejidal de la tenencia de la tierra. Este es sólo uno de los múltiples problemas que la era posrevolucionaria no logró resolver. Con miras de la celebración de este acontecimiento, más allá de torres del bicentenario y elementos decorativos, se deberían destinar recursos a la investigación, para que las diferentes disciplinas sociales puedan arrojar nuevos datos e interpretaciones que expliquen porqué a 100 años del levantamiento maderista todavía existe un régimen autoritario, disfrazado y adaptado; porqué la propiedad de la tierra de las comunidades indígenas y campesinas tradicionales se modificó en los años noventa dando un fuerte descalabro a la Constitución emanada del conflicto en cuestión; porqué la iglesia está metiendo sus manos en la educación y la política, cuando un conflicto de 4 años que costó la vida a miles de mexicanos dio por entendido que a Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.
Muchos son los problemas que siguen perdurando después de la Revolución Mexicana. Localizarlos, historiarlos y ofrecer alternativas de solución debería ser prioridad para recibir bien el centenario. Lo mismo decimos del bicentenario de la Independencia. Esperemos que doble festejo no se pierda de deificaciones a héroes míticos y a hacer de la historia de México un simple escenario decorativo.
Comentarios
Mi perspectiva particular sería que en un bicentenario, la generación que le corresponde transformar el escenario social, sólo tiene una manera real de festejar. ORGANIZANDO LA REVUELTA.
VIVA EL 2010!