Ahora me sigo preguntando: ¿Vale la pena pensar acerca de los que nos pasó y del por qué dejamos de pensarnos como responsables de la navegación?
A un amigo le pregunté:
¿Por qué crees que estás exento de buscar una salida a la situación en la que vivimos, acaso no te afecta, a caso los asesinatos de hombres y mujeres son nada para ti o son pura ficción barata de periódicos vendidos? ¿Qué clase de persona eres que esperas a que los demás hagan algo o te digan qué hacer?
Él me contestó: ¿a poco te crees todo lo que dice la prensa?,
Ahora, les preguntó:
¿Esta guerra es ficticia, es una mentira, puedo dormir tranquila pensando en que no pasará nada y que mi familia, mis amigos, mis compañeros no recibirán una bala perdida; es real que tenemos servicios de salud, tenemos educación, trabajo y los militares respetan mis derechos? ¿Puedo estar segura de que la violencia no nos alcanzará?
Al recorrer la ciudad de México por calles conocidas y desconocidas, me he preguntado, ¿es posible un cambio? Cuáles son las acciones concretas a seguir, qué propongo, qué proponen, son de las tantas preguntas con las que amanezco; es todo un reto individual y colectivo responderlas. México es una maquinaria que permanece anquilosada, desteñida, con las tuercas desgastadas, quienes la mueven lo hacen por inercia. En física se define la inercia como la propiedad de los cuerpos de no modificar su estado de reposo o movimiento si no es por la acción de una fuerza. Pero….
La fuerza colectiva
¿Qué nos pasará si no tomamos acciones concretas?, ¿acaso la Historia no nos ha enseñado nada, acaso los costos de una guerra no son suficientes para actuar? ¿Qué es la Historia , para qué la Historia ?
Recuerdo que en la escuela cuando nos preguntaban, qué estudia la Historia , con Historia mayúscula, algunos niños contestaban, “es la que estudia el pasado”, estaba de acuerdo; y para qué se estudia el pasado. La Historia es más que una simple narración de los hechos, es menos que una esfera que te dice el futuro; es la experiencia, ¿qué es la experiencia?, nos quedamos con esta definición: La experiencia es la práctica prolongada que proporciona conocimiento o habilidad para hacer algo. ¿Qué nos ha fallado como sociedad, como generación, entre generaciones? Comunicación y respeto, memoria. Por eso es tan importante pensar que la Historia como experiencia nos ha enseñado sobre los costos de una guerra de independencia, sobre los costos de una revolución mexicana, de leyes que permiten el asesinato de asesinos, violadores e inocentes, de leyes que encubren la corrupción, de políticas económicas que no funcionan para unos y para otros los fortalece, los costos de la moralidad que encarcela a las mujeres por decidir y conocer, pero la pregunta es, por qué la Historia no ha sido valorada como experiencia.
La historia y los historiadores, en este momento de la historia en México tenemos en nuestras manos una responsabilidad inmensa, compleja, añeja y que hoy ante las estadísticas pintadas con sangre resalta. Divulgar, difundir el conocimiento, para qué, para que la fuerza colectiva conociendo cómo funciona la maquinaria pueda incidir para evitar que el río de sangre –frase trillada pero muy real- tome otro cauce y termine por expandirse en cada rincón de este país.
Habría que detenerse por un momento y preguntarse, ¿quiénes nos tienes secuestrados, el narco, el ejército o la iglesia?; un gobierno débil, pusilánime, sin memoria, sin conocimiento, sin Historia, sin ética ha conducido esta máquina y la fuerza colectiva que pudiera cambiar el rumbo no existe. En México crecen niños que comen desayunos de chococrispis, charritos y otros alimentos chatarras que no nutren.
Parece superfluo y frívolo proponer como una posible salida la legalización de las drogas, esta propuesta no es simple, y sí, compleja, ya que intervienen las creencias, las ideologías, la religión, la educación, los derechos individuales, el derecho a la salud, la salud, el comercio, la venta, el consumo y sobre todo la decisión aplastante de la mayoría. A esta dificultad nos enfrentamos como ciudadanía, necesitamos pensar, reflexionar, conversar sobre la legalización de las drogas, la urgente situación que vive el país así lo requiere. Ahora, si estás de acuerdo con esta propuesta no es suficiente que lo estés, es necesario que informes al resto de la población qué son las drogas y lo qué se necesita para legalizarlas, es un posible recurso para evitar más asesinatos; y sólo sabremos si funciona o no ya estando en la práctica. Los costos han sido muchos. Algunos hemos coincidido en que para legalizarlas se necesita primero preparar a la ciudadanía, informando, luego legislar y crear las herramientas necesarias para su regulación; el problema es que ya no podemos seguir esperando.
Hay quienes les parece una propuesta a la ligera, apologista, amoral, anticristiana, anti… esta propuesta obedece a que día con día el aumento de muertos, mujeres y hombres va creciendo. Las últimas noticias son alarmantes; los que lo viven de cerca lo han relatado bajo toque de queda, no hay sirena que anuncie que todos deben quedarse en casa, ya es una regla, ya es un hábito no salir a ciertas horas fuera de casa.
La maquinaria del miedo que se ha construido, funciona y terminarán por arrebatarnos lo que es nuestro, la vida. Sigue el conteo de más asesinatos y no estamos pensando en qué necesitamos hacer para evitar que la sangre siga corriendo.
Norma Páez
A un amigo le pregunté:
¿Por qué crees que estás exento de buscar una salida a la situación en la que vivimos, acaso no te afecta, a caso los asesinatos de hombres y mujeres son nada para ti o son pura ficción barata de periódicos vendidos? ¿Qué clase de persona eres que esperas a que los demás hagan algo o te digan qué hacer?
Él me contestó: ¿a poco te crees todo lo que dice la prensa?,
Ahora, les preguntó:
¿Esta guerra es ficticia, es una mentira, puedo dormir tranquila pensando en que no pasará nada y que mi familia, mis amigos, mis compañeros no recibirán una bala perdida; es real que tenemos servicios de salud, tenemos educación, trabajo y los militares respetan mis derechos? ¿Puedo estar segura de que la violencia no nos alcanzará?
Al recorrer la ciudad de México por calles conocidas y desconocidas, me he preguntado, ¿es posible un cambio? Cuáles son las acciones concretas a seguir, qué propongo, qué proponen, son de las tantas preguntas con las que amanezco; es todo un reto individual y colectivo responderlas. México es una maquinaria que permanece anquilosada, desteñida, con las tuercas desgastadas, quienes la mueven lo hacen por inercia. En física se define la inercia como la propiedad de los cuerpos de no modificar su estado de reposo o movimiento si no es por la acción de una fuerza. Pero….
La fuerza colectiva
¿Qué nos pasará si no tomamos acciones concretas?, ¿acaso la Historia no nos ha enseñado nada, acaso los costos de una guerra no son suficientes para actuar? ¿Qué es la Historia , para qué la Historia ?
Recuerdo que en la escuela cuando nos preguntaban, qué estudia la Historia , con Historia mayúscula, algunos niños contestaban, “es la que estudia el pasado”, estaba de acuerdo; y para qué se estudia el pasado. La Historia es más que una simple narración de los hechos, es menos que una esfera que te dice el futuro; es la experiencia, ¿qué es la experiencia?, nos quedamos con esta definición: La experiencia es la práctica prolongada que proporciona conocimiento o habilidad para hacer algo. ¿Qué nos ha fallado como sociedad, como generación, entre generaciones? Comunicación y respeto, memoria. Por eso es tan importante pensar que la Historia como experiencia nos ha enseñado sobre los costos de una guerra de independencia, sobre los costos de una revolución mexicana, de leyes que permiten el asesinato de asesinos, violadores e inocentes, de leyes que encubren la corrupción, de políticas económicas que no funcionan para unos y para otros los fortalece, los costos de la moralidad que encarcela a las mujeres por decidir y conocer, pero la pregunta es, por qué la Historia no ha sido valorada como experiencia.
La historia y los historiadores, en este momento de la historia en México tenemos en nuestras manos una responsabilidad inmensa, compleja, añeja y que hoy ante las estadísticas pintadas con sangre resalta. Divulgar, difundir el conocimiento, para qué, para que la fuerza colectiva conociendo cómo funciona la maquinaria pueda incidir para evitar que el río de sangre –frase trillada pero muy real- tome otro cauce y termine por expandirse en cada rincón de este país.
Habría que detenerse por un momento y preguntarse, ¿quiénes nos tienes secuestrados, el narco, el ejército o la iglesia?; un gobierno débil, pusilánime, sin memoria, sin conocimiento, sin Historia, sin ética ha conducido esta máquina y la fuerza colectiva que pudiera cambiar el rumbo no existe. En México crecen niños que comen desayunos de chococrispis, charritos y otros alimentos chatarras que no nutren.
Parece superfluo y frívolo proponer como una posible salida la legalización de las drogas, esta propuesta no es simple, y sí, compleja, ya que intervienen las creencias, las ideologías, la religión, la educación, los derechos individuales, el derecho a la salud, la salud, el comercio, la venta, el consumo y sobre todo la decisión aplastante de la mayoría. A esta dificultad nos enfrentamos como ciudadanía, necesitamos pensar, reflexionar, conversar sobre la legalización de las drogas, la urgente situación que vive el país así lo requiere. Ahora, si estás de acuerdo con esta propuesta no es suficiente que lo estés, es necesario que informes al resto de la población qué son las drogas y lo qué se necesita para legalizarlas, es un posible recurso para evitar más asesinatos; y sólo sabremos si funciona o no ya estando en la práctica. Los costos han sido muchos. Algunos hemos coincidido en que para legalizarlas se necesita primero preparar a la ciudadanía, informando, luego legislar y crear las herramientas necesarias para su regulación; el problema es que ya no podemos seguir esperando.
Hay quienes les parece una propuesta a la ligera, apologista, amoral, anticristiana, anti… esta propuesta obedece a que día con día el aumento de muertos, mujeres y hombres va creciendo. Las últimas noticias son alarmantes; los que lo viven de cerca lo han relatado bajo toque de queda, no hay sirena que anuncie que todos deben quedarse en casa, ya es una regla, ya es un hábito no salir a ciertas horas fuera de casa.
La maquinaria del miedo que se ha construido, funciona y terminarán por arrebatarnos lo que es nuestro, la vida. Sigue el conteo de más asesinatos y no estamos pensando en qué necesitamos hacer para evitar que la sangre siga corriendo.
Norma Páez
Comentarios